viernes, febrero 17, 2006

U2 DESDE LA ESTRATOSFERA

Preliminares
Desde el año pasado U2 comenzó a hacer ruido y alborotar el gallinero. Los rumores de su regreso a México –después del Pop Mart de diciembre de 1997– se confirmaron rápidamente. Incluso se forjaron algunas leyendas urbanas, como aquella de que el héroe que convenció de volver a Bono y compañía fue Jaime Camil; sí, el apuesto modelo que aparece regularmente en el catálogo de calzado Andrea y que hoy en día puedes ver en la telenovela ‘Lety la Fea’ (lunes a viernes, 6 pm).

Otro de esos rumores, quizá considerado como ‘el oficial’, fue el relacionado con los guarros de Zedillo jr., quienes le recetaron unos cocos a un miembro de seguridad de la banda. A decir verdad, no sé si habrá sucedido este hecho –¿quién lo sabe?–, pero durante ocho años y meses se mantuvo como la versión única, la que todos sabíamos y aceptábamos.

Yo guardo mis reservas. Creo que U2 simplemente dejo de venir porque les daba lo mismo presentarse en Lyon, Río de Janeiro, Leeds, Québec, Dallas, Tokio o Johannesburgo, porque en donde quiera que se paren van a imponer el sold out. En ese sentido los irlandeses no tienen conflicto; entonces, ¿qué más daba tocar o no en México?

El día D… el retache
El bombardeo mediático se dejó venir desde que se agotaron los tickets. El tiempo récord en que volaron fue la nota del día, pues vender 60 mil boletos en tres horas no pasa muy seguido. En principio se contempló una fecha, pero ante la apabullante respuesta Ocesa anunció en corto un toquín más que se vendió con la misma velocidad… y lo mismo hubiera pasado con una tercera, cuarta, quinta fecha…

Conseguí una entrada de 300, más 36 pesos de inexplicable recargo. Al principio estaba forevereado con una de dos mil, pero por fortuna no la conseguí –al parecer no aprendí de la experiencia de Pearl Jam–. Al paso de los días la emoción no llegaba ni se reflejaba con el repaso de los discos que tengo de U2. Y es que la neta no me nacía, prefería escuchar lo mismo de siempre u otro material que últimamente me pone bien –el primero de Zwan es sensacional, redescubrí a Soundgarden y de lo nuevo, pues… mmm… hay una bandita que se llama The Used que toca chido–.

Creo que la emoción me llegó al mediodía del mero 15. Más tarde escuchaba la sosa y pretenciosa transmisión de Reactor y me enteré que abrían las puertas del Azteca a las 3, que había un mar de gente y mil recomendaciones y comentarios francamente estúpidos. Me dieron las 5 y yo seguía en casa, así que me hice a la idea de llegar retrasado… aunque la verdad fue que ya estaba resignado a tener lugares asegurados junto a Dios, entre cirros y cumulo nimbos.

Llegar tarde hizo más fácil sortear las innumerables entradas del estadio. Afuera, un ejército de ñeros vendía sus productos, ya saben, playeras mal serigrafiadas, la taza, el caballito tequilero, encendedores, calcas, pósters, gorras, bandas para la cabeza, sudaderas, chamarras, fotos autografiadas por Adam ‘Cleyton’, mangueritas fluorescentes, llaveros, plumas, la discografía completa en mp3, revistas, placas para la nave y hasta suéteres para perro, todo con algo relacionado con U2. La pirateca en pleno solapada por la montada, los granaderos, los de a pie y las femeniles.

El ambiente rayó en lo familiar. Y en la fresez. Muy poco barrio, no porque Bono no llegue a los corazones lúmpen, sino porque éstos no le llegaron al precio. Muchas chicas, mucho rostro, glamur, peinados cuidadosamente despeinados; entre cuarentones y adolescentes de 16-17 se compuso el auditorio de los ex Feedback.

Como algunos hemos comprobado, el Estadio Azteca no se presta para conciertos. El Azteca es para ir a ver al América y ya. No es funcional, es difícil el acceso, se oye mal, se ve gacho (bueno, qué puedo decir, que estaba en medio de una escalera en la parte alta y opuesta al escenario) y si te arriesgas a echarte un parcito de coronas te la tienes que jugar para aventurarte a los baños, que por cierto, se inundan.

Una vez en mi lugar (mejor dicho, en mi escalón) tuve que esperar como media hora para que saltaran, desde Texas, los The Secret Machines de quien sé absolutamente nada, sólo que son gringos from hell y que como banda emergente están ‘despuntando’. Lo que yo vi, porque mentiría si escribo que los escuché, fue que se trata de una banda igual a todas cuyo nombre empieza con un ‘THE’: la misma actitud, las mismas poses, la misma forma de tocar, el mismo look y sí, el mismo desencanto tras corroborar que no hay nada nuevo bajo el sol.

Cuando las Máquinas se despidieron no quedó otro obstáculo entre el cuarteto y los mexicanos más que el tiempo que tomó el staff en ponerse al tiro. Con calmita habilitaron el escenario y 45 minutos después aparecieron los irlandeses más cotizados y quizás más famosos de la historia del pequeño país británico.

Hi tec vs good songs
Un show de U2 es sumamente contradictorio porque se espera esencialmente la interpretación de buenas canciones y, sin embargo, su presentación se basa en un despliegue de recursos tecnológicos que apabulla, que te agarra de los sentidos y ya no te suelta. No importa qué toquen pues su respaldo ultramoderno asegura que no habrá reclamos y sí puras posiciones afirmativas, positivas y complacientes.

La primera canción fue City of blinding lights, que fue aclamada como si se tratara de ‘la rola’. Después vino Vertigo, el tema duro del tour, que hipnotizó no tanto por la ejecución –yo no oía ni madres por la euforia colectiva– sino por la cantidad de efectos que logró la pantalla de… ¿leds?, ¿focos? Mmm… no encuentro cómo describirla.

Me acuerdo de las canciones porque me puse a apuntarlas en una propa (pues planeaba escribir algo para el blog chaca ante las criticas del Sabu, que no me baja de pinche guevón). La tercera fue Elevation, en una versión down que hizo que repentinamente el sonido se escuchara un poco más claro. Vinieron después dos del Achtung baby, Mysterious Ways y Until the end of the world –fue quizás la que más me gustó– que antecedieron el primer regreso en el tiempo de la noche, pues de inmediato se echaron New Year’s Day con todo y The Edge en el pianosaurio.

Creo que no vale la pena relatar el verbo político (mágico-musical) que se aventó Bono en ciertos momentos del concierto. Basta con asentar que él piensa que México es el país del futuro y que –sigo sin entender el objetivo– por segundos la pantalla proyectó los rostros de los rancheros más famosos de Norteamérica, más Salma Hayek (!!!). En fin.

La séptima canción, según mi listita, fue I still haven’t found what i’m looking for, que sí sonó chida. Después Beautiful day distorsionó feo y las mentes se confundieron con el primer cover: al principio pensé que era Blackbird, de los Beatles, pero hoy leí que se trataba de Norwegian Wood. La décima fue Original of the species, una buena rola del Vertigo, que se hiló con otra del mismo álbum: Sometimes you can’t make it on your own.

A esas alturas yo estaba bien conectado, cante y cante, aplaudiendo y gritando según dictara Bono (a.k.a. Paul Hewson… qué equis suena, ¿no?), como autómata, totalmente alienado. Sabía que no tocarían mis favoritas Stay, Who’s gonna ride your wild horses ni All I want is you, así que lo que se les ocurriera sería bienvenido. De Love and peace or else –un tema hueco que dio el bajón– siguió Sunday bloody sunday, con más arrebatos pacifistas. Ya instalados en ese tenor se ligaron con una versión edulcolorada de Bullet the blue sky, sin potencia ni en los instrumentos ni la voz pero muy bien ilustrada con animaciones alucinantes.

En Miss Sarajevo, Bono cubrió decentemente la parte de Luciano Pavarotti y en Pride el coro del ‘oh-oh-oh’ se escuchó breve y sin convicción. La rola 17, Where the streets have no name, fue bien acogida pero no se comparó con One, la razón evidente por la que a mucha gente le gusta U2, en especial a las chicas, sin ofender, quienes creen que se trata de una canción de amor.

Después de Unchained Melody (sí, la de Ghost) la banda se despidió y preparó el primer encore, que duraría tres rolas: Zoo station, The fly –ambas muy ponedoras y bien respaldadas– y la inefable With or without you, el único himno ochentero, quemadísimo, que le puede hacer sombra a Every breath you take de los policíacos.

Tras un nuevo adiós U2 no esperó mucho y cerró el concierto con tres rolas más. Dos nuevas e intrascendentes, All because of you y Yahweh, del Vertigo, y un clásico, 40, del ya lejano War. Según mis garabatos fueron 25 canciones, una cifra decente pero que deja un sabor agridulce porque está claro que podrían tocar otras 25 ó 30 canciones más (algunas mejores y más emotivas). Parece exagerado, pero jueguen un poco con la mente y la memoria. Si no, cierro este post con una lista de esas 25-30 rolas extra que no se ejecutaron ese día:

1. Bad
2. All I want is you
3. Zooropa
4. Electrical storm
5. Even better than the real thing
6. The hands that built America
7. Stay
8. Numb
9. Stuck in a moment…
10. Who’s gonna ride your wild horses
11. Walk on
12. Angel of Harlem
13. Babyface
14. Trying to throw your arms around the world
15. The ground beneath her feet
16. Sweetest thing
17. Desire
18. Gone
19. Hold me, thrill me, kiss me, kill me
20. So cruel
21. Dancing barefoot
22. If God will send his angels
23. Acrobat
24. In a little while
25. October
26. Staring at the sun
27. The first time
28. Lemon
29. I will follow
30. The unforgettable fire
31. Love is blindness
32. Please
33. Running to stand still

La 34 es Stateless, una que me gusta mucho. Viene en el soundtrack del Hotel del millón de dólares. Saludos y hasta la próxima.

6 comentarios:

Rizo dijo...

Suena como si las expectativas fueron mayores que el concierto en sí mismo. Muy buena reseña mi Vic. Por fín pude leer algo decente que me diera una idea más clara del concierto.

Guajazo dijo...

Estas son reseñas, hasta me sentí ahi

Anónimo dijo...

Qué chido leer que alguién a pesar de la euforia que puede provocar un 'espectáculo' (se abusa de recursos tecnológicos para compensar 'otras cosas': un espectáculo)así mismo expone lo que no latió tanto, lo que le pareció absurdo... EXCELENTE ESTILO IRÓNICO de escribir de algo que a la vez extasía pero no puede dejar de joder algunas cosas. Por que eso de que todo está chingón, todo es bello y se conecta, bla, bla, bla, y qué fabulosa experiencia, a parte de que da bastante 'gueva' lleva a pensar a uno que efectivamente algunos que van a conciertos lo hacen por 'autómatas alienados', con sus honrosas excepciones, pero el consumismo pseudocultural y pseudo político anda a todo (total se echa el verbo político mágico-músical, pero se cotiza un buen por que no es tan chido tocar en un país emergente como en uno desarrollado, a parte de que, [y ahí no sé si sea pedo del grupo o de quién vende los tickets o parte y parte]los pinches boletos andan por las nubes y sí, chale que hay pobres, qué gandalla, pero ni pedo, son pobres y sólo nos pueden escuchar comprando discos piratas, y de entrar a nuestros conciertos ni soñarlo). Desde puro fresa a gente que se queda sin comida, o sin garra por asistir al evento del siglo en México, sólo para decir con sonrisa idiota y jactancia prepotente: ¡yo estuve ahí!, sí ¿y? qué te provocó, al ser un grupo de 'lucha política incansable' ¿cómo cambió tu visión de mundo y vida?¿qué haces tú a parte de ir a conciertos y cantar y prender tu celular pa' moverlo? qué todo eso es chidísimo y se siente, pero a partir de lo sentido ¡qué se piensa? ¡qué se actúa? ¡qué mueve?... Chale, perdón creo que amanecí un poco filosa... y pa' rematar ¿soy la única que ve el blog incompleto?

Vic dijo...

Estoy de acuerdo: ¿y? Esa es la pregunta después de un toquín lleno de actitudes y gestos irregulares... ¿y? Bono suele reunirse con la gente más poderosa del planeta para remediar el flagelo de las deudas externas, en sus presentaciones se proyecta la Declaración Universal de los Derechos Humanos pero enaltece en algunas de sus canciones al principal violador mundial de tales derechos. En fin, son tantas las contradicciones que resulta complicado encontrarle sentido a todo esto.

Las ideas de la commander me recordaron el pasado Live 8... ¿y?, ¿qué ha pasado?

Y por cierto, si no ves completo el blog, la culpa es de nuestro gueymaster, el pinche Sabucas

Anónimo dijo...

¡Cavé mi propia tumba! Ya ni pex

Sabucles dijo...

Qué bueno es contar con profesionales de la crítica Musical. En fin Vic, es innegable que un tokin en el Establo Azteca es para exprimir y no para complacer. Me parece muy objetiva tu manera de escribir y a la vez irónica. ¿Quién puede engañar a un viejo lobo de mar que ya a sus 14 quería ver a los GN'R pues conocía toda su discografía?
Creo que indudablemente, la música de U2 es genial, por otro lado es quizás pedir demasiado por que los integrantes de una banda sean bondadosos y caritativos. Quizás Bono ha abusado del discurso y por eso se le exige tanto.

En fin, es bueno leerte y te invito a que dejes de rascarte las pelotas y sigas haciendo de este Blog un lugar digno de ser visitado.

Saludos al Barrio desde la tierra de la Chela.

PDT Qué pinche Frío!!!!