martes, noviembre 07, 2006

Y Y Y

No, este no es un post dedicado a Paquito Yé Yé sino a un buen concierto del que quería foreverear algo, pero que, con el paso de los días, se ha ido desvaneciendo en el olvido.

Así las cosas, lo más probable era que este post no
viera la luz pero ahora, la medianoche entre el 6 y el
7 de noviembre, tengo unos minutos libres para teclear
mis impresiones sobre la segunda visita de los Yeah
Yeah Yeahs a México.

No recuerdo haber estado muy emocionado; más bien
estaba castrado el mismo día del concierto. Tuve que
pasarme directamente del trabajo al Palacio de los
Deportes en el metro. La verdad es que no suelo
quejarme del servicio del meteoro, pero esa tarde fue muy lento y
caluroso, apretado y con viajeros mojados por la
lluvia, potenciando mil olores humanos detestables.

Al menos cuando llegué a Velódromo ya no llovía. Una
vez adentro del palais, después de darle una tonta
vuelta completa a causa de una reja ineditamente
cerrada, tuve que esperar a que comenzaran las
hostilidades y, mientras, me colé hasta un buen lugar,
pues sólo se había vendido la sección de 'pista'. La
mayoría de los asistentes me pareció muy joven y me
sentí algo viejo, pero esa situación no me importó
porque la mayoría de la gente que quiero y estimo
envejece conmigo (siempre pienso en eso como
consuelo barato); además, ya en una observación detenida,
habíamos más personas cercanas al tercer piso. Ya no
me sentí solo.

Subdivisión, la banda abridora, me pareció a primera
oida un clon de los Yeahs, pero tocaban decente y el
público no los bajó. Sólo fueron 25 minutos en los que
recogieron algunos aplausos y muchas muestras de
desesperación. Cuando se fueron el tiempo empezó a
correr lento, la concurrencia desafió las leyes
moleculares (pues los cuerpos ocupaban el espacio de
otros, al mismo tiempo) y todo era sudor, calor y el
clásico movimiento de oleaje, que te lleva adelante y
luego atrás sin que puedas detenerlo.

Siento mucho no acordarme de la primera canción que
tocaron. Lo que puedo decir es que Karen O lucía su
vestidito espacial (azul metálico, of course), medias
raídas y los inefables Chuck Taylor sucios. Brian
Chase se veía como siempre: un civil con la camisa
fajada, lentes y cabello corto y Nick Zinner de negro,
muy delgado y alto, con el cabello alborotado.

Después de esa primera pieza –creo que fue Cold light–
se desató el pandemonium, sólo comparado en mi
experiencia personal con la Battle of Mexico City, de
RATM, el toquin de Offspring y uno que otro eslám organizado
en algún concierto gratuito en el Zócalo o CU. Todos
saltando, cantando y bailando al mismo tiempo,
poseídos por la voz de O y las estridencias melodicas
de Chase y Zinner.

Sobre la escenografía no hay mucho que decir, sólo
porque fue nula (a excepción de una manta iluminada
que mostraba la triple Y en vertical y un león ligero
que se parecía mucho a los que adornan el hemiciclo a
Juárez); la iluminación básica y el sonido en general
muy bueno, si consideramos las deficiencias que suele
tener el Palacio. Así, lo importante era la música y
nada más, no los artilugios apantallantes en los que
se basan algunos shows de, digamos, otro corte.

Han pasado casi quince días del concierto, de manera
que no recuerdo el orden de las canciones pero podría
hacer una especie de lista:

* Rich
* Date with the night
* Tick
* Pin
* Cold light
* Maps
* Y control


Eso es en cuanto al Fever to tell; del Show your bones
se dejaron escuchar:

* Gold Lion
* Fancy
* Phenomena
* Honeybear
* Cheated hearts
* Turn into
* Warrior


De los EP sólo recuerdo que se echaron Machine. Con
todo, hayan tocado lo que hayan tocado, las emociones
fueron al límite en cada canción, pues su
interpretación fue a tope; los YYY no escatiman y lo
demostraron con una señorita de buena actitud, de
ascendencia coreana, que baila, se muestra y canta
como pocas, con una voz dulcemente violenta que incita
a desmadrarte y mostrar las huesos. De sus comparsas,
Zinner y Chase, vale asegurar que tocan con pasión,
sacrificando el virtuosismo en pro de ejecuciones de
altura emocional insospechada. Que te llegan. Y te
hacen pensar "yo quisiera tocar como él".


MÁS ALLÁ DE MAPS
Recuerdo que quería escuchar Maps en especial (ya saben
...wait, they don't love you like I love you), pero la
tocaron en una versión acústica medio lenta y fría. Al
contrario, Y control, Gold lion, Phenomena, Rich y
Tick sonaron rockerísimas, pero en particular Cheated
hearts y Turn into, que tienen un ritmo propio muy
chingón, de ese que te hace desear que la canción no
acabe nunca o, mínimo, que dure los 11 minutos que
dura Estranged.

Sólo hubo un encore, predecible y breve, en el que
tocaron Warrior y alguna otra. La última de la noche
fue una versión rápida de Date with the night, que nos
dejó excitados y con ganas de más, como siempre
sucede.

Al final el suelo era un basurero, sobre el que se
destacaban algunos tenis sin par, petalos de las
flores que Karen arrojó al público, vasos aplastados
de Corona y docenas de colillas amarillas. Lo notable,
más allá de estos restos banales, fue el buen ambiente
que se siguió sintiendo en el aire, la sonrisa
compartida, como de complicidad, al saber que se
acababa de presenciar un gran acto, irrepetible y
guardado –seguro y para siempre– en el hardware
cerebral-mental en el que cada quien almacena sus
recuerdos más preciados.

4 comentarios:

Guajazo dijo...

eres bueno, buenazo, para esto de los conciertos, yo hasta me senti ahi snif!! (y no, no fui)

javieron dijo...

La chica de los yeah yeah yeahs es la pura onda!

Sabucles dijo...

Gordo, ya estas muy viejo para el slam. En una de esas vas a perder un miembro.

Saludos, que pinche frio popr cierto, no se como Heidi podia andar por estos lares con faldita.

Rizo dijo...

Esa última frase mata mi Vic; mata durísimo. Le hubieras acomodado unos mandrakes a los del slam. Muy buena reseña