domingo, febrero 10, 2008

Crónicas del Abuelo

Hola bloggeritos. Veo al Vick muy motivado con los post, lo cual me dá mucho gusto. Pues ya llevamos dos años en este cotorreo, y en nuestra última conversación, Los Chacas coincidimos en la importancia que tienen nuestro querido blog y los blogs hermanos del Circo y los Guajazos. Por eso, este año trataremos de ser constantes y escribir todo lo bonito y soez que nos venga a la cabeza.

El fin de semana pasado estuve en Córdoba, en casa de Pau (mi cordobesa). La visita fue con motivo de un cotorreo con la banda de esta muchacha. Resulta que cuando voy a Córdoba, Paulina básicamente me obliga a saludar y platicar un rato con sus abuelos (quienes viven en el mismo edificio que los padres de Pau, pero en un depto distinto).

Ese fin de semana estuvimos un rato con ellos. A mi me resulta un poco difícil convivir con abuelos, pues yo apenas y conocí a los míos, de forma tal, que no tengo claro cómo portarme. Al final sólo trato de ser cortés.
Dentro de la plática, salió el tema de la Guerra Civil Española, en la cual, el abuelo de Pau participó, ya que el ejercito reclutaba a diestra y siniestra, y tenías que ir a la guerra aunque no quisieras. Al hablar de ello, al hombre se le cambia el rostro, se pone melancólico y se arranca con una serie de anécdotas, que se nota, recuerda con absoluta claridad.
Me resultó interesante, ya que es la primera persona que conozco que ha participado en una guerra. Una de sus historias me pareció curiosa, y es la que les contaré en este Post. Lo haré en primera persona para tratar de transmitir las impresiones del abuelo Juan.
Y dice así:

Era el 41 cuando estabamos peleando a orillas del Ebro (río en el norte de España) contra los rojos, quienes estaban del otro lado del río. Llevabamos días tirando de uno al otro bando. Los costales que servían de trinchera estaban llenos de agujeros de tanto tiro, y la arena se les escurría por todos lados. Una de esas noches, un hombre del bando contrario no dejaba de pegar tiros mientras gritaba injurias contra nosotros. De nuestra parte, sólo podíamos esperar a que nos llegara la nueva provición de municiones.
En ese momento vi a mi compañero, Jesús Montes de Oca, abatido, ensimismado es pensamientos y con los ojos al borde del llanto.
-¿Qué es lo que te pasa Jesús?, ¿Por qué estás así?-Le pregunté.
Él no me respondía y seguía aguantándose las lágrimas. Yo le insistí y le advertí que si no me contaba lo que le pasaba, le diría al jefe de división que lo retirara del frente.
Ante mi amenaza, Jesús accedió y decidió contarme lo que le pasaba.
-¿Escuchas Juan a ese que no deja de pegar tiros y gritar injurias?-Me dijo, a lo que yo asentí-. ¡Pues ese hombre que tantas cosas horribles nos grita, es mi hermano!-. Continuó diciéndome al borde del llanto.
Yo me quedé callado pensando y cavilando en lo puta que es la guerra, donde vale poner a dos hermanos frente a frente.
Dejé a Jesús en paz y me fuí hasta la orilla del río, desde donde grité con todas mis fuerzas:
-¡Ey, Antonio Montes de Oca! Ya llevamos muchas noches sin dormir, comiendo poco, sordos por los tiros y con las manos ardiendo por el calor de fusil. Antonio. Por esta noche al menos, deja de gritar injurias y pegar tiros. Que de este lado esta sufriendo con tus amenazas tu hermano, Jesús.
Al unisono cesaron las balas por un instante, y desde el bando contrario se escuchó la voz de Antonio decir:
-¡Tan canalla, eres tú como él! Por eso no dejaré de pegar tiros y gritarles ¡hijos de Puta!
Y la lluvia de tiros empezó de nuevo, acompañada de insultos aún más ofensivos. Yo regresé a la barricada sin decir palabra.
...........................
Y así termina una de las historias de guerra del abuelo Juan. Espero les resulte agradable.
Yo me despido y les mando un abrazo a todos Los Chacas de Mexicalpan y a la banda amiga en general.
SEAN FELICES.
METAL.

4 comentarios:

Vic dijo...

Es como un pequeño cuento esta anécdota del abuelo Juan. En general los abuelos tienen historias interesantes; el mío, por ejemplo, trabajó en California durante la segunda guerra mundial, reparando los rieles de ferrocarril que se chingaban de tanto transportar cosas pesadas, usadas durante la guerra. Estuvo ahí durante casi un año, mandando la mayor parte de su lana para acá, con un contrato legal que, 60 años después, lo tiene en un lío con Gobernación por el fondo que se estableció entre los gobiernos mexicano y estadounidense y que apenas están pagando los muy ratas.

Pero esa es otra historia, entre las muchas que tienen los grandpas. Saludos a todos y chido por el post Sabu.

Sabucles dijo...

Orales!!!

Qué chido, esa no me la sabía. Podríamos implementar las historias de abuelos en este blogcito.

Un abrazo mi Vic

Anónimo dijo...

si los abuelos eran interesantes,siempre tenìan historias que contar, y es padre escucharlos contar sus historias aunque eso de estar en la guerra no es nada agradable, saludos sabu y saludos al abuelo juan¡¡

Rizo dijo...

Ese antonio Montes de Oca es la pura onda. Que tanatoys!!. Yo tampoco tuve el chance de platicar con mis abuelos; pero sé que ambos fueron militares, uno de ellos pianista frsutrado porque su Papá no lo dejó tocar y eso que sus hermanas cantaban ópera; pero quedó marginado de su familia cuando se encontró a mi abuela que era del puro barrio Irassss!!!. Luego mi Tío le llevó unas partis de los Beatles y después de tocar un poco se las aventó con la consigna de que eran puras mariguaneces.
Muy buena historia Sabucles.