Hola queridos blogueritos. Antes que nada agradezco todo el apoyo que me brindaron en México, sinceramente somos una gran familia. Aquí estamos de nuevo dándole recio a la vida, a la chamba y, como debe ser, al coto.
El fin de semana pasado me fui a la ciudad de Málaga acompañado de unos amigos y amigas cordobeses para asistir al concierto del grupo MANÁ (antes Sombrero Verde). Esa banda que al menos entre mis amistades en México es medio o bastante odiada, por aquello de poperear demasidado. En España sucede lo contrario, es la banda Latina más famosa (me atrevería a decir que junto con los Héroes del Silencio, la latina más famosa en Europa).

Así es amiguitos, estos cuates aquí vendieron el resto de discos, y los españolitos les besan las patas. Así, por una entrada que una inasistente me vendió en unos 400 varitos, me fuí el pasado sábado 7 a ver a los Maná al estadio de la Rosaleda en Malaga.
Yo no me considero fan, pero siempre he respetado su trabajo, pues creo que es una banda que se ha sabido vender, además de componer sus propias canciones y externar grandes composiciones de Jose Alfredo y Juan Gabriel.


El concierto fue excelente en todos los aspectos, estos weyes traen un show que no le pide nada al de cualquier inglés o gringo super famoso. Luces, show, vanguardia, solos, baterias móviles y algo que al menos a mí, me puso la carne chinita: Una demostración de mexicanismos que hace brotar lagrimitas.

Es increible ver tu bandera ondear en un país extranjero y ver a la gente eufórica aplaudiéndole, ver a la multitud de españoles cantando "El Rey" y "Se me olvidó otra vez".

Un detalle que tuvo el Fer, fue unir ambas banderas, la mexicana y la española en una sola y ondearla, diciendo al final de un recurrente parafraseo: "lo importante es que llevamos la misma sangre".

No se si hubiera sentido lo mismo en México, sólo sé que aquí sentí que las piernas se me doblaban y verdaderamente me dieron ganas de llorar y de gritar. Sin lugar a dudas somos esclavos entrañables de los simbolos.
Ayer miércoles me fui a Sevilla con mi cordobesa a ver a LOS PANCHOS, de los cuales sólo sobrevive un elemento original, el resto son nuevos y excelentes músicos. Esta vez por tan solo 70 varos, me reventé a lado de mi chica, una lista de dos horas de los más románticos boleros de ayer y de hoy. El mexicanismo también se hizo presente en este trío y cerraron su concierto con popurri que comenzaba con el "México lindo y querido" pasaba por "Allá en el rancho Grande" y terminaba con "La Adelita". Nuevamente me puse a cantar a garganta y a lagrimear con el "si muero lejos de ti", y grité a pulmón un "Viva México" que algunos otros mexicanos secundaron.

A las dos de la mañana me puse a buscar un bar para ver el México-Argentina para cerrar el mexicanismo, y a las 3 lo encontré, el bar-tender nomás nos dejó ver el primer tiempo, y bueno, sospeché que después de un gol, México no remontaría. En fin, no se puede todo.
Dicen que la distancia es el olvido, pero yo entre más lejos estoy más me acuerdo. Cada vez que piso mi tierra y veo a mis amigos y a mi familia me siento protegido, me siento bien, me siento tranquilo. Cada vez que una banda, película o programa me recuerda esas cosas, no puedo evitar sentir nostalgia. En fin, me siento orgulloso de ser mexicano y sentirme como tal, es esa llama en las víceras que llamamos identidad.
Que Dios los bendiga y me los tenga con bien.
SEAN FELICES.
El Apóstol.