Hola queridos bloggeritos.
Llevo bastantes meses sin escribir un post, ya que la vida se complica más conforme pasa el tiempo. Hoy que estoy de vacaciones, me pongo por fin un ratito para escribir de comida.
Qué por qué de comida? Pues simplemente porque es algo que siempre está ahí y que se le da poca importancia, hasta que deja de estar. Hace más de 6 años que salí de México, cargando una mochila de boy scout, una maleta y una guitarra eléctrica. Dentro de alguna de estas bolsas llevaba chiles en lata y una salsa valentina. Como dato interesante les comento que en España el picante prácticamente no existe, tampoco las tortillerías, en pocas palabras, se cocina de manera distinta. Yo siempre he sido partidario de comer lo que hay en el lugar, es decir, apoyo la adaptación. Soy gran admirador de la comida española, ahora también de la Italiana, pero nunca dejaré de ser un fanático de la comida mexicana.
Cuando pasas 6 meses sin comerte un plato de pozole, un consomé de barbacoa, un tamal o unos tacos al pastor, de verdad sientes que algo le falta a tu vida. Sin embargo, quizás lo más complicado es comer sin picante. No nos damos cuenta de que somos picantedependientes hasta que nos vemos sin un chile (sin albur) a la mano. Aún recuerdo como durante años llevé mi botellita de salsa valentina a la Universidad de Huelva. Al final cambié el entorno, porque en el comedor decidieron poner una salsa picante (no era gran cosa, una salsa de Cádiz, pero cumplía noblemente su función). Aún ahora, las señoras del comedor me recuerdan como "el del bote de picante".
Visto el problema, cada viaje a México, cada visita de alguien a España, significaba importar "provisiones". Dulces de tamarindo, chiles de varios tipos, botellas de valentina y latas de chiles. Una cosa fundamental: las tortillas. No estoy seguro, pero es posible que México sea el único país en el que la tortilla es parte primaria de la comida diaria (evidentemente, en gran parte de la Unión Americana, la tortilla existe también). Pues en Europa, la tortilla es un producto exótico, difícil de conseguir. En España se pueden conseguir unas tortillas bastante malas, pero que al menos te dejan recordar someramente el sabor de un taco.
Tal problemática me ha llevado a racionar las provisiones y a aprender a como preparar un auténtico platillo mexicano con lo que se puede conseguir por aquí. Por fortuna, cosas como el mole pueden durar mucho tiempo en el refrigerador sin echarse a perder. Las tortillas no duran tanto, así que tuve que aprender a hacerlas.
Ya en España preparaba sopes, gordas y quezadillas. No es tan complicado. Pero una tortilla es cosa aparte, la masa requiere tener la densidad adecuada para evitar que se rompan al hacer la tortilla. La parte medular es el paso de la tortilla del plástico al comal, para eso he requerido años de entrenamiento y muchos intentos fallidos. Al final es cosa de agarrarle el truco. Un punto importante es preparar la masa con agua caliente. No sé cuantos de los que leen este post han preparado desde cero una tortilla de maíz, lo que puedo decir de acuerdo a mi experiencia, es que no es una tarea sencilla.
En España se conseguían tortillas, en Italia no. Por fortuna, en Sicilia si se consigue picante. El Vic es testigo. Esto se debe a que en Calabria (justo la punta de la bota), se acostumbra a comer picante, y se cultivan distintos tipos de chile (peperoncino, en italiano). Eso es una gran ventaja, sobretodo cuando se come en la calle. Aquí nadie te verá mal si añades picante a tu comida (cosa que cotidianamente sucedía en España).
Y así con los años, he aprendido a preparar cosas cotidianas de México, que aquí resultarían muy exóticas. La madre Chalico, cada año me compra mole rojo e incluso verde. Yo lo traigo a Europa y aquí lo preparo. Un arroz rojo es simple de hacer, ya que todos los ingredientes existen aquí. El blanco no tanto, porque requiere epazote (inexistente tanto en Italia como en España). Sin embargo, unas enchiladas de mole rojo pueden prepararse sin problemas. Para sustituir la crema, uso un queso que diluyo en yogurt natural (puede hacerse con leche, pero queda mejor lograda con el yogurt). Y el queso rayado (que nunca pude reproducir con los quesos españoles), es prácticamente identico al ricota salado (un queso típico italiano). En España siempre conseguí tortillas, aquí tuve que empezar a hacerlas. La harina también tiene que importarse, aunque se puede sustituir con otra harina de maíz ecuatoriana que normalmente se encuentra en tiendas de comida internacional (curiosamente esas tiendas suelen tener pocos productos auténticos de México).
Finalmente, a base de improvisación y con el empeño de querer comer algo que te recuerde al hogar, he conseguido reproducir platos típicos como las enchiladas de mole rojo, el cerdo en mole verde, los sopes de pollo, los tacos dorados, el alambre y cualquier tipo de quezadilla, además de preparar tortillas tanto de maíz como de trigo. Quizás es poco, pero créanme que cada cosa requiere de un gran esfuerzo, y más aún, de planeación. Casi siempre, prefiero esperar a tener todos los ingredientes para preparar uno de estos platos. Los frijoles por ejemplo, tienen que hacerse de cero, incluso la machacada. Sin duda la comida mexicana requiere de detalles muy específicos.
Algunas veces he dejado a mis amigos europeos boquiabiertos con la exoticidad de los platillos. El mole por ejemplo, es algo que siempre sorprende. Y en México lo tenemos siempre a la mano. Muchos de ellos jamás habían probado algo similar.
Al final termino lleno de satisfacción porque cada mordida que le doy a algo que preparo me recuerda a mi pueblo, a mis amigos, a mi familia y, en general, muchos momentos felices de años atrás.
Les dejo unas fotitos para que chequen mi producción culinaria.
Un abrazo a todos, sean felices.
Tortilla bien lograda con harina de maíz ecuatoriana "doña arepa".
Sopes de Pollo.
Enchiladas de mole rojo.
Enchiladas de mole rojo.